No recuerdo la fecha ni la hora, pero si el lugar.
Recuerdo muy bien el avión que se encontraba a punto de aterrizar en aquel lugar desconocido, aquel pájaro de metal, absorbido por la oscuridad de la noche y una cabina de pasajeros vacía. Recuerdo que éramos unas 30 personas en aquella bestia metálica. Salí del aeropuerto y un frío congelante me envolvió, dándome la bienvenida a aquel país que desconocía. Pregunté a un taxi si me podía llevar al centro, pero con los precios que se andaban disparando, decidí tomar el bus, pues no podía darme el lujo de gastar dinero que no tenia.
Entré de nuevo al aeropuerto, “el cual estaba casi vacío”, y pregunté en la cabina de información la forma de tomar un bus. Para mi sorpresa, el servicio al cliente fue una basura. Después de sacarle un poco de información a la chica, casi que con cuchara claro, me dio un mapa y me dijo que tomara el bus en la parada de afuera, y que luego de unos 30 minutos, me bajara para tomar el tren. ¿Suena fácil, no? Sales, tomas el bus, cuentas de minuto en minuto hasta llegar a 30 y te bajas a buscar un tren que supuestamente te llevará a tu destino. Si pues…
Salí del aeropuerto, caminé hacia la parada y me senté a soportar los -6°C que acompañaban la noche. A lo lejos noté el bus, pues su pantalla LED alumbraba mas que el sol en las mañanas. Me puse de pié, tome mis maletas y me preparé para subir. Estuve a punto de entrar cuando atrás de este, vi otro bus acercandose, pero con símbolos totalmente distintos en la pantalla LED. Luego vi otro mas atrás con símbolos distintos al segundo bus y supe de inmediato que no era solo una parada de bus de aeropuerto, de aquellos que te llevan siempre a la ciudad.
Esta era distinta, pues cada bus tenia un destino distinto.
Me senté de nuevo, tomé el mapa e intente memorizar los símbolos de aquel idioma extraño que jamas en mi vida había visto, y que jamas entenderé. Primer bus: no, este no es. Segundo bus; no, este tampoco. Tercer bus: puede ser pero ese símbolo no se parece del todo a este del mapa. Cuarto bus: Mm… tiene una combinación del primero y el tercero, pero no es el que ando buscando.
Ya llevaba unos 40 minutos sentado, viendo buses pasar sin saber cual tomar. La preocupación empezó a abrazarme y poco a poco fui teniendo un poco mas de miedo que el minuto anterior. Pasó por mi cabeza tomar cualquier bus pero no podía darme el lujo de perderme y tener que dormir en alguna banca a -6°C con todo mi equipaje. Luego de unos minutos mas, logré memorizar el nombre de la ciudad al 100%. Con eso en mente, pude distinguir el bus, entre todos los que pasaban, y lo tomé. Aún no entiendo porque, pero una sensación de tristeza se apodero de mi ser. Para mi los buses siempre serán como ventanas temporales del alma, donde reflexionas y ves pasar recuerdos y anhelos frente a tu nariz, pegados a aquellas ventanas. El paisaje tampoco me ayudaba mucho, la sombra de la noche bañaba aquella arquitectura gótica del lugar y la gente parecía estar de mal humor, cansada de la rutina del día a día.
Buenas noches, ¿Esta ocupado el asiento?
Hola… No, para nada. Puedes sentarte. – Quité la maleta para que se pudiera sentar.
Muchas gracias! No eres de aquí, ¿verdad? De dónde eres?
Soy de Guatemala. Vengo a turistear unos días.
Ohhh, Guatemala. Que exótico! Vienes de muy lejos!
Jaja sí, más o menos…
Por cierto, mi nombre es Clara. - dijo la chica.
Mucho gusto Clara, yo soy Rodrigo.
Encantada! Disculpa mi ingles pero hace mucho que no lo practico.
Jaja y tu disculpa el mío porque en mi país, el ingles, no lo hablamos mucho.
No, no para nada! Te entiendo de maravilla. Dime, a donde te diriges?
Mm.. pues según la pagina de internet del hostal, tengo que llegar aquí. – Le muestro la impresión, en papel, que tomé cuando reserve la habitación.
Ah, conozco el lugar. Esta cerca del centro. ¿Sabes cómo llegar?
Pues la verdad es que no. Solo sé que tengo que tomar un tren en 10 minutos y buscar el centro.
No, no! te tienes que bajar en la siguiente estación, tomar el metro y cambiar de linea después de unas cuantas estaciones.
¿Estas segura? Que ahorita mismo preparo mis cosas para bajarme.
Si, pero no te preocupes, yo te llevo.
¡¿De verdad?! - Si me agarró de sorpresa.
Jaja mira como te ha cambiado esa cara larga que traías hace un rato. Sera un placer llevarte a tu hostal! Tal vez pasamos a comer algo en el camino. - dijo Clara.
Claro! cómo no! No tienes idea de lo agradecido que estoy Clara. Muchas gracias!
Y así nos bajamos del bus y tomamos el metro con dirección a la ciudad. Cambiamos de línea, llegamos al centro y caminamos por la ciudad riendo y platicando como si fuésemos amigos de toda la vida. Pasamos a una pizzeria tradicional, pedimos la especialidad de la casa, y pasamos el resto de la noche entre trozos de pizza, cerveza y agua mineral. Poco antes de la media noche seguimos cuesta arriba y llegamos a mi hostal. Intercambiamos contactos para quedar algún otro día a tomar un café, o unas cervezas, y nos despedimos, sin saber que jamas nos volveríamos a ver. A unos metros de desaparecer, se volteó y con una sonrisa me gritó:
¡Bienvenido a Praga!